ROSETAS
Cuando en nuestra iglesia admiramos las rosetas que decoran el intradós de los grandes arcos renacentistas que dividen las naves, y que se repiten en los capiteles, es normal que pensemos en el exquisito gusto que tenían los canteros toledanos del S. XVI.
Cuando en nuestra iglesia admiramos las rosetas que decoran el intradós de los grandes arcos renacentistas que dividen las naves, y que se repiten en los capiteles, es normal que pensemos en el exquisito gusto que tenían los canteros toledanos del S. XVI.
Gracias a la inestimable colaboración del grupo de la escuela
de fotografía, que dispararon sus máquinas y pudieron acercarnos a vista de
pájaro muchos de los detalles que a simple vista no apreciamos, descubrimos, la
similitud que existe entre éstas y la roseta del S. XIII existente en el
presbiterio, donde se cruzan los nervios de la bóveda de crucería.
Está claro que los artistas renacentistas, no quisieron
romper la armonía y belleza de una cabecera única.
EL AMBÓN
El ambón situado en el lado de la epístola, una estela votiva religiosa de piedra caliza, con cabecera redondeada, de 124X47X31,5, de origen romano del S.II. Su epigrafía muy desgastada dentro de una cartela rehundida, en abreviatura latina y monumental, muy estudiada por la especialista de Epigrafía y Paleografía, Dña María Ruíz Trapero, y editada en su libro de "Inscripciones latinas de la Comunidad Autónoma de Madrid", nos dice: D(iis) M(anibus)./ Cae(cilio) Cu/3sae, Ero/tis f(ilio), Iuliu/s Lusa..../f(aciendum) c(uravit). "Consagrado a los dioses Manes. Iulius Lusa ordenó ponerlo para Caecelius Cusa, hijo de Eros".
En la parte superior, un bajo relieve dibuja una pátera o platillo ceremonial.
Nota. La pieza llegó a la parroquia de San Juan Bautista, procedente de la Casa Rectoral, y según me comunica D. Jaime Pascual Moro, vecino de esta localidad, la pieza se usó como hito o mojón en un cruce de caminos.
Asunción Lobo
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